miércoles, enero 02, 2008

Ausias March: Poesía


LXXVII


No mostrará menor piedad el mundo
que la que hora sobre mí aparece;
falla el amor distinto al propio amor;
por la envidia está el mundo conquistado.
Quien no hace el bien que esfuerzo no le exige,
¿cómo lo hará si cuesta y en su contra?
El corazón del hombre es duro leño;
nadie se duele del ajeno mal.

Quien los ignora, no podrá apiadarse
del que yace en dolores y tormentos;
por ello yo perdono de buen grado
a aquel que no se aflige por mis penas.
Secretamente, y con rigor insólito,
padezco el disfavor de la ventura;
no me quejo de Amor, aunque de él muero;
contemplo el bien y el mal indiferente.

De vuestro amor no me vale otro auxilio,
más que muestren quererme vuestros ojos;
no he de obtener de vos mayor certeza,
ni más preciso para estar contento.
Sin amar son amados muchos hombres,
y al que miente se cree cuanto pretende.
Y a mí el amor me tiene tan vencido,
que ni alcanzo a decir cuánto es mi amor.

Amor, Amor, de vuestro paño un hábito
he cortado, vistiéndome el espíritu;
al vestirlo, muy amplio lo he notado;
cuando lo llevo encima, muy estrecho.

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